En una pequeña ciudad al sur de España, María y Pedro, dos amigos inseparables desde la infancia, se encontraban en medio de una emocionante preparación para el cumpleaños número 15 de María. Pedro, conocido por su afición a las tecnologías y su capacidad de encontrar las mejores ofertas, estaba decidido a sorprender a su amiga con algo especial.
La idea surgió de la necesidad que María tenía de almacenar sus proyectos escolares, fotos familiares y canciones favoritas en un lugar seguro y portátil. Pedro recordó haber visto en internet pendrives de gran capacidad y a precios muy atractivos, provenientes de Fábricas chinas. Sin dudarlo, comenzó a investigar y descubrió que podía conseguir un pendrive de 32GB y otro de 16GB, ambos con diseños únicos: uno serigrafiado con motivos florales, perfecto para la sensibilidad artística de María, y otro más sencillo pero igualmente barato, ideal para compartir entre amigos.
Con la mente decidida, Pedro hizo clic en el botón de compra y esperó ansiosamente el envío desde el lejano país. Los días pasaron, y el entusiasmo de Pedro no hacía más que crecer. Finalmente, un día de abril, el buzón de María resonó con el sonido de una carta, pero no era una carta, era el envío de sus pendrives.
María, al recibir el regalo, quedó boquiabierta ante la creatividad y el cuidado que Pedro había puesto en elegirlos. El pendrive serigrafiado, con sus delicados dibujos, parecía hecho a medida para guardar los recuerdos más preciosos. Y el otro, aunque más económico, prometía espacio suficiente para compartir música y películas con sus amigos.
"¡Pedro, esto es increíble!", exclamó María, abrazando su amigo con emoción. "Nunca había imaginado que tendría tantos GB de espacio para todo lo que quiero guardar. Y el diseño, es perfecto para mí."
Los dos amigos pasaron horas juntos, organizando los archivos de María en el pendrive de 32GB y llenando el otro de canciones que ambos disfrutaban. Era como si, con esos pequeños dispositivos, estaban creando un nuevo mundo lleno de recuerdos compartidos y sueños por cumplir.
El día de su cumpleaños, María mostró orgullosamente su nuevo pendrive a todos sus amigos. El serigrafiado llamó la atención de todos, y muchos preguntaron dónde había conseguido algo tan bonito y barato. María, sin dudarlo, respondió: "De mi amigo Pedro, que siempre encuentra las mejores ofertas en Fábricas chinas".
La celebración continuó hasta tarde en la noche, y mientras María bailaba y reía con sus amigos, el pendrive serigrafiado colgaba de su cuello, como un símbolo de la amistad y el apoyo incondicional de Pedro. En ese momento, ambos comprendieron que, más allá de los objetos materiales, era la conexión humana, el esfuerzo por sorprender y el carino que se transmitía, lo que hacía que ese día fuera tan especial.
Y así, el pequeño regalo de unos pendrives provenientes de Fábricas chinas, se convirtió en el punto de partida de muchas memorias nuevas y una amistad que se fortaleció aún más.